Hace un par de semanas publiqué la primera tanda de relatos que me habían llegado en septiembre. Por fin os traigo la segunda, en esta ocasión son siete relatos creados a partir de distintos ejercicios.
Los autores de los relatos que encontraréis al final de esta entrada para descargaros o leer, son los siguientes: Rubén (que ha desarrollado su texto a partir del ejercicio El calcetín rojo), Pedro José y José Ángel (cuyos relatos parten del ejercicio El cuaderno), Iraide (que nos envía una propuesta a partir del ejercicio Manzanas traigo) y Carme (que nos ha enviado dos relatos, uno a partir del ejercicio El ojo de la cerradura y el otro de El mensaje en la botella).
Como siempre, si tenéis un ratito para leerlos y os apetece dejar vuestra opinión sobre los textos, estoy segura de que los autores os lo agradecerán.
Relatos:
Relato 1 | El calcetín rojo, de Rubén Nieto
Relato 2 | El cuaderno, de Pedro José Garay
Relato 3 | Manzanas traigo, de Iraide Talavera
Relato 4 | El cuaderno, de José Ángel Menéndez
Relato 5 | El ojo de la cerradura, de Carme Niebieska
Relato 6 | Mensaje en la botella, de Carme Niebieska
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Comentarios (6):
Carme
27/10/2012 a las 21:03
Bueno, como parece que nadie se anima a comentar, allá voy yo 🙂
Me veo obligada a decir que me han gustado los 4 relatos, aunque confieso que el que más me ha emocionado ha sido el del calcetín de Rubén. Me parece una historia muy emotiva y tierna, y creo que esta contada con mucho mimo y sin caer en sensiblerías.
El cuaderno de Pedro me ha gustado mucho, porque creo que, aunque unos más que otros, todos tenemos cierta tendencia a seguir ciertos dictados, sea de la sociedad, los amigos, la familia… Creo que R. es alguien con quien nos podemos sentir identificados. Me ha encantado ese cinismo de la última frase…
El ojo multicolor de la mente me parece una historia muy simpática. Se me ha hecho rara la interrupción en el centro, cuando la abuela está contando su historia y se interrumpe para ir a por papel, y la explicación sobre él que hay después. Es quizá una impresión personal -sin ánimo de molestar a Iraide- pero me habría gustado más si la historia hubiera ido un poco más en línea recta en esa parte. Aún así, me gusta porque es sencilla. También, tal vez, porque una vez mi maestra de primero de EGB me riñó por haber pintado un paisaje con unas montañas azules al fondo (como podéis ver, se me quedó grabado).
El relato sobre la Navidad en la trinchera me ha impresionado. No sé si está escrito a partir de hechos reales (¿lo está?) pero me parece una historia que bien podría haber sucedido. Se percibe muy bien el ambiente reinante y la situación en que se encontraban, y refleja muy bien esa capacidad tan humana de hacer las cosas más abyectas y las más nobles… Aunque me he quedado con ganas de saber qué narices podría ser una impermamenta 🙂
¡Un saludo a todos y buen fin de semana!
Juan
28/10/2012 a las 06:46
Buenos días
Ante todo, decir que estoy muy sorprendido por esta página web. Intuyo que va a ser para mí, y para muchos, una herramienta fantástica de aprendizaje.
No soy un experto en escritura narrativa, pero creo que puedo aportar algunas ideas que he ido aprendiendo con el tiempo. Espero que sirvan de ayuda.
Respecto a los textos, quisiera decir que me gusta mucho el concepto con el que Rubén Darío ha jugado en su relato del calcetín. Realmente, hay un final que sorprende, y eso es importante. El inconveniente que le encuentro es la falta de fluidez. Considero que las frases no están bien construidas del todo, se repiten ciertas estructuras, y ello hace que la lectura sea algo monótona. Por ejemplo, en el primer párrafo, se nos repite que el calcetín es rojo y abusa del verbo “había” (Se los había regalado su abuela hacía ya dos años y unos cuantos meses, en su cumpleaños. La abuela los había comprado en un mercadillo y después había bordado la flor a mano, una margarita blanca en cada calcetín, los había envuelto con un bonito papel de regalo y se los dio a su nieta el día que cumplía 5 años). Me gusta mucho el detalle de la flor blanca (todos los detalles que sean visuales, con colores, enriquecen la lectura).
Sobre el texto de Pedro Jose Garay, he de decir que me ha gustado la intensidad que hay en el primer y último párrafo (Se juega con las palabras “determinación” y “libertad”. En la esencia del texto encontramos una reflexión sobre la libertad a través de las vivencias de un universitario. Me ha sorprendido la conclusión a la que se llega e, incluso, me ha hecho reflexionar personalmente. Se nota que se ha buscado riqueza de vocabulario, aunque hay ciertas faltas de ortografía (ahorro = ahorró).
“Manzanas traigo”, de Iraide Talavera, es una historia muy colorista. Como cita en la historia, un “Andy Warhol”. Los colores siempre ayudan a hacer más atractivos los textos. Esta escrita en base a un diálogo entre una abuela y su nieto. Dicen que los diálogos han de ser cortos, para que parezcan más naturales. No estoy muy de acuerdo con ello, pero sí que hubiera reducido un poco ciertas frases para darles más fluidez al texto. Faltan algunos cierres en los diálogos (—). Me ha gustado la descripción “gotas anaranjada” para el cielo.
“El cuaderno” de José Ángel Menéndez, es un derroche de imaginación. Al principio vemos a un guerrillero completamente iracundo, y a medida que el texto avanza, el tono va cambiando hasta dulcificarse lo suficiente como para justificar el final. Pienso que, tanto el tono como el vocabulario son correctos. Hay incluso, un toque de humor (o al menos eso me ha parecido), y eso es algo positivo si sirve para hacer más ameno el texto. En ciertos momentos yo hubiera utilizado signos de interrogación y admiración para dar intensidad (Feliz Navidad, mis narices, asco de mundo = ¿Feliz Navidad?, mis narices… ¡asco de mundo!). En vez de decir “mezcla de lenguas” (suena a algo diferente…) hubiera escrito “mezcla de idiomas”.
“El ojo de la cerradura”, de Carme Niebleska, está lleno de intriga, pero, por algún motivo, no se resuelve. Al principio se nos presenta a un excursionista que, al mirar a través del ojo de una cerradura, se siente incapaz de moverse porque el destello que ve en el interior de la casa lo tiene completamente poseído. Seguidamente, la historia se desarrolla, pero ninguna de las incógnitas se soluciona en el desenlace. El final parece el de una historia inconclusa. Quisiera decir también que, palabras como “nauseabunda”, “gelatinosa” o “sangre coagulada”, han conseguido que sienta la sensación de asco que la autora ha querido provocar a la hora de describir ciertas escenas (asco, en el buen sentido de la palabra).
“Mensaje en la botella”, de la misma autora que el relato anterior, resulta un texto muy poético y lleno, precisamente, de mensajes. De todos modos, aunque no soy muy experto en poesía, me ha resultado algo desordenado. Se nota que se ha querido explicar una historia; pero no se ha conseguido darle coherencia.
Espero haber ayudado con mis opiniones y, sobretodo, no haber ofendido a nadie.
¡Ánimos a todos aquellos que aman escribir!
Un saludo.
Juan.
Jota A
28/10/2012 a las 12:35
Carme, aunque los personajes que empleo son ficticios, la llamada “Tregua de Navidad” sucedió realmente en 1914. 🙂
El relato lo escribí hace unos meses, como ejercicio a partir de la documentación sobre ella que estuve manejando para algo que estoy creando. Resultó encajar bien con el ejercicio del cuaderno y, tras introducir un par de referencias al “universo literauta”, aquí está.
Juan, gracias por los comentarios. Tienes razón, “mezcla de lenguas” acaba sonando a… otra cosa. xD
Y en cuanto a impermamenta, esa es otra historia y merece ser contada en otra ocasión. 😛
Un saludo,
J.A.
Iraide
28/10/2012 a las 20:37
Buenas tardes a todos:
Antes que nada, daros las gracias por la lectura y la crítica constructiva del relato. Es un gustazo que la gente se tome su tiempo en leer lo que uno hace. 🙂
He estado leyendo los relatos escritos a partir de los disparadores creativos y me ha encantado descubrir qué ideas les inspiran a otras personas.
Por ejemplo, de “El calcetín rojo” me ha gustado cómo Rubén ha unido la historia de la niña y la del gato. Asimismo, me ha parecido una narración muy tierna, a la que le ha venido muy bien el uso de los detalles para que formemos la escena en nuestra cabeza (la flor del calcetín, la escena en que la niña come el caramelo junto al gato…). El aspecto que mejoraría es el uso irregular de las comas y el desnivel entre párrafos (alguno muy largo, otros muy cortos).
Respecto al texto de Pedro, sus cinco palabras posibles para el cuaderno me han parecido originales, llenas de potencial. Al final ha escogido “Libertad”, y me ha llamado la atención la ironía del estudiante de historia. Al principio lo presentas combativo, pero luego descubrimos con sorpresa que es esclavo de todo el mundo (de la novia, de los colegas…). He echado en falta alguna tilde, y me he despistado un poco con los tiempos verbales.
Del texto de José Ángel me ha enganchado el personaje. Qué simpático se hace gracias a su lenguaje y a su sentido del humor un poco negro. Su forma mordaz de escribir no le resta sensibilidad, y eso tiene mucho mérito. También aprecio la riqueza de vocabulario y la forma en que te has documentado para escribir el relato. Mejoraría sólo un par de cosas: la repetición de la expresión “tierra de nadie” (aparece tres veces en un corto espacio) y la expresión “caía sobre su cabeza”. Creo que sería mejor emplear “recaía sobre él”, o algo similar.
Respecto a los textos de Carmen, en “El ojo de la cerradura” queda bien el hecho de que sean dos los personajes que son atacados por esa bestia ciega, y también la forma en que describes las sensaciones físicas del primero cuando se encuentra al otro lado de la puerta (el sudor frío, la percepción de que otra persona lo está forzando a permanecer ahí…).
Sin embargo, echo de menos alguna alusión a qué se encontraba detrás de la puerta, y el último párrafo me deja despistada: ¿por qué se le vuelve el cabello blanco a Miguel? ¿Qué hace que se vuelva loco? Y… ¿qué ha sido de Álvaro?
Respecto al lenguaje, me gusta tu capacidad de describir situaciones y emociones, pero evitaría el exceso de adjetivación y de sustantivos abstractos( “oscuro/oscuridad”, “tormentos y locura”, “odio y maldad”, etc.).
Finalmente, el ejercicio a partir de “Mensaje en una botella” me ha parecido precioso. Ya te digo que tienes la capacidad de evocar, y has sabido hacerlo a través de la carta: Venecia, el azul del mar, el azul de los ojos de la mujer que ha muerto… Es un texto muy romántico, sobre todo la alusión al hecho de que el silencio es menos soportable cuando sabes que nunca se podrá romper.
Lo único que eliminaría son las expresiones más abstractas: “le dolía el alma”, “alma anegada”… Creo que es mejor acudir a expresiones más concretas para hablar de emociones intensas, porque el uso de palabras abstractas las hace más generales, menos cercanas al lector.
Rubén
05/11/2012 a las 14:02
Muchas gracias a los que habéis comentado mi relato. Me gusta que os haya gustado y agradezco mucho las críticas para mejorar. Un saludo.
Carme
06/11/2012 a las 11:31
Muchas gracias a los que habéis comentado el texto, tanto aquí como en el blog. Agradezco mucho que todo el mundo se esfuerce en ser constructivo y hacer críticas que aporten información. Mirándolos globalmente, casi todos los comentarios que he recibido (también de los talleres) apuntan en la misma dirección, así que me son muy útiles para mejorar.
Un saludo a todos