RetoLiterautas Nº 16 (3 de abril, 2020)

Vamos a por el viernes con un nuevo reto: escribir un relato en el que aparezcan dos personajes sentados en un puente.

Ejercicio de escritura Reto Literautas 16

Vamos a por el viernes con un nuevo reto: escribir un relato en el que aparezcan dos personajes sentados en un puente. Como reto adicional: añade las palabras luna, cumpleaños y cueva.

Al contrario que con el taller de escritura, aquí no ponemos límite de palabras ni otro tipo de restricciones. Tampoco hay hora de entrega máxima, podéis publicarlo cuando queráis.

Puedes dejar tu texto como comentario a las entradas de este post. ¡Feliz escritura!

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Comentarios (15):

Teresa Fernández

03/04/2020 a las 16:20

A la luz de la luna, se perciben en el puente,a lo alto de la colina, las figuras de Daniel y Daniela, los Hermanos de la Noche. Es su cumpleaños, por lo que salieron de su cueva a meditar al exterior. Ambos nacieron con minutos de diferencia, y nunca salen de su morada salvo que sea noche de luna o, como hoy, un acontecimiento digno de celebrar.
Tú los miras y apenas los percibes, por lo que dudas de su existencia. ¿Serán reales, o no?
Lo dejo a tu imaginación. Yo sí los veo, y me da ternura imaginarlos rezando, deseando el bien de todos y queriéndose tanto.
Otros rezongarían que no, que son unos curiosos troncos puestos por el aire en el puente.
Yo no digo nada y sólo los disfruto.

Helenicus

03/04/2020 a las 16:34

Laurus, el río más importante de la isla de Libérita en la Macaronesia, ya calma sus aguas después de la última lluvia torrencial. Su reposado caudal refleja la luna y este mismo espejo permite a Valente observar las piernas de Noemí que cuelgan en el borde del puente. El tipo de movimiento que Valente observa reflejado en el río, el balanceo de esas piernas, le permite intuir que estaba equivocado. Por si acaso, continuaba al acecho, también sentado en el extremo del puente, oculto para la mirada de Noemí mientras que ésta lo estaba sobre el arco central del puente. El reflejo de las piernas desaparece, Valente sale de su parapeto, vuelve el temor a su mente, se acerca a Noemí con fingida calma y forzada lentitud. Cuando sólo le quedan cinco metros para llegar a Noemí, hace una profunda inspiración, pone su mano derecha sobre el corazón, todavía percibe claramente sus latidos, pero ya se tranquiliza.
─ ¡Qué susto me has dado Noemí! ─dijo tomando la por la cintura.
─ ¡Señor Cura! ¿Qué hace usted por aquí? ─empieza tratándole de usted, pero le durará poco.
─Te observo desde hace unos minutos y pensé que ibas a hacer una locura.
El encuentro del cura no era casual, pero Noemí era aún mucho más sutil.
─La verdad es que me encuentro muy sola, pero no es motivo suficiente para cometer una locura.
─ ¿Que te aflige Noemí?
─Hoy es mi cumpleaños y esta soledad me produce melancolía.
─ ¿Puedo hacer algo por ti?
─Es muy tarde, ¿tendrías tiempo a estas horas?
─Creo que sí Noemí, mañana no tengo misa hasta las 12:00. ¿Cuánto tiempo necesitas?
─Imposible calcular Valente, podemos saber cuando empiezan nuestras conversaciones, pero no cuando terminan.
Habían empezado a caminar, salieron del puente, el cura seguía a Noemí sin preguntar y ésta tampoco preguntó cuando dejó la carretera y tomó un camino paralelo al río.
─Menos mal que no hace frío, ─dijo el cura cogiendo la mano de Noemí.
─Mira Valente te voy a enseñar un lugar que, seguro, no conoces.
Silencio, sin prisa en la noche, calma, sentimientos no confesados. Por una vereda estrecha, perpendicular al río, Noemí introduce al cura en la espesura.
─ ¡Oh, una cueva! ¡Lástima que sea de noche! ─Exclamó el cura, todavía “dormido”.
─Yo tengo las dos mejores linternas que te puedas imaginar. Además tengo todas las velas del cumpleaños nuevas.
Y la araña guió a su mosca hacia la tela.

Yuliani_Ry

03/04/2020 a las 18:31

UNA DESPEDIDA

Había en un puente un hombre sentado dejando que sus piernas cuelguen moviendolas nervioso, esperaba a su chica mientras que miraba la luna llena. Por debajo de el estaba la carretera donde pasaban autos sin cesar, alrededor estaban los puestos de ventas y una que otras casas. A lo lejos ve venir a su amada. Ella lo ve y sonríe, pensando que hoy es su cumpleaños y que no hay mayor regalo que estar con el. Cuando esta junto a el se sienta para observarlo mejor, viendo sus hermosos ojos café. Los dos solo se miran no necesitan palabras, sus miradas lo dicen todo. El ruido de alguien diciendo barbaridades los distrae, en las afuera de unos de los puestos de ventas ven a una señora pelear con una rata, donde la rata luchar por entra a su cueva, una escena muy cómica para ellos, donde solo ríen sin parar. Y en esa noche llena de estrella y de Luna llena se sienten completos. Para el la mejor noche junto a su chica. Para ella la mejor despedida y el mejor regalo de cumpleaños. Pues el no sabía que ella antes de estar ahí sufrió un accidente, fue atropellada y el culpable se fue a la fuga. Solo le había pedido un favor a la muerte, despedirse de su más grande amor y ahí estaba ella pasando su último momento con el.

Menta

03/04/2020 a las 23:13

Llevo veinte días sin salir de casa y he tomado una decisión: solamente voy de leer novelas románticas. ¡Quiero llorar por amor! Nada de otros problemas que no sean los sentimentales.

Me venía a la memoria el argumento de una novela que me gustó mucho y con la que lloré toda una tarde. Me encantaba la idea de releerla. Pero, no me acordaba del título ni del autor. Solo sabía que me la regalaron por mi cumpleaños.

He ido al buscador de internet y he escrito: “un hombre y una mujer se encuentran por casualidad y se enamoran ella le acompaña hasta un puente que él quería fotografiar”

Al momento, se ha abierto una pantalla que decía: Resultado de su búsqueda: “Los Puentes de Madison”.

Sí, ese era el título. Mi memoria tan rápida como el ordenador, me ha llevado al capítulo donde los dos van en la camioneta hasta el puente cubierto.

Ella para protegerse del sol se refugia dentro, y él realiza mediciones de luz y examina el paisaje. Ella entre las ranuras de los tablones por los que se filtra la luz, observa las maniobras del hombre. Le gusta, aunque no entiende ni lo que hace ni por qué necesita fotografiar esa vieja construcción de madera.

Cansada de esperar se sienta a la entrada. No circula ningún coche por aquella carretera rural, pero oye un ruido y mira hacia atrás, son los pasos del fotógrafo que al caminar hacen crujir las vigas de madera. El interior del puente, visto desde donde ella está, parece una cueva sombría.

Ha terminado su trabajo. Sonríe mientras le entrega un ramillete de flores silvestres recién cortadas y se sienta a su lado.

—Todo esto es precioso. Me gustaría hacer algunas fotografías esta noche cuando salga la luna. ¿Quieres acompañarme?

No me acuerdo muy bien si le dice que sí o que no. Adiós, la voy a leer otra vez.

Yubany Checo

04/04/2020 a las 05:02

Siempre creí que las cosas que estaban destinadas para ti se daban sin ningún problema. Algo las hacia fluir indefectiblemente hacia ti.
──No era necesario disparar──dije──en todo este tiempo nunca le habíamos disparado a nadie.
Frank saco un cigarrillo de la cajetilla. Lo olio y humedeció con sus labios como siempre hacia antes de encenderlo. Abrió la puerta y bajo del carro. Aspiro profundo como si quisiera meter a toda la ciudad dentro de sus pulmones.
──No iba a dejar que te matara.
Entonces lo mire y le di un abrazo.
── ¿Todo salió bien, verdad? Asintió pero aun no daba muestras de estar contento. A Frank le tomaba tiempo celebrar cada cosa. Hoy era el dia de su cumpleaños. Al principio creí que no lo hacía porque no estaba seguro de ciertas cosas. Pero ahora creo que era más por ese pensamiento fatalista que le comía la cabeza.
El carro no estaba completamente sobre la acera. El lado izquierdo le salía hacia la calle. Estábamos seguros que a nadie le llamaría la atención un Dodge viejo y menos en un lugar oscuro como este.
──La gente no viene casi por esta ruta. Estaba seguro.
Dejamos las puertas abiertas. Necesitábamos respirar aire puro desde aquí. Además no habíamos tenido tiempo para sentarnos y repasar los detalles. Las cosas que vendrían después. De seguro Frank estaba pensando que era mejor separarnos.
Crecimos en esta parte de la ciudad. Dicen que aquí solo viven los malos. Yo he conocido a gente buena lo único que con mala suerte. Nosotros no somos malos, creo que tambien nos ha tocado un poco de mala fortuna.
Esta es nuestra zona. Conocemos cada callejón, cada atajo, cada edificio abandonado. Quien entre detrás de nosotros por seguro se perdería.
Mire el reloj. Quedaban dos horas antes que el sol nos apareciera por las espaldas. Hubiese preferido no tener la luna llena. La claridad me espanta.
Nos sentamos en el puente. Lo hacíamos desde muchachos y hoy no sería la excepción. La ciudad vista desde aquí luce diferente, no es ese espagueti de calles y casas amontonadas. Desde aquí tiene forma de tablero de ajedrez, quizás no tan cuadriculado porque al gobierno de la ciudad no le dio la gana. Tambien ha cambiado mucho. No es la misma de cuando llegamos. A Frank no le gustaba. Nunca le ha gusto la mucha gente y los muchos edificios.
──Ahí es donde vivimos. Le señalé con el índice en dirección a la rotonda. Miro. Se arregló la melena que le bajaba por la frente y con la otra mano el revolver que traía metido justo debajo del ombligo. Se había quitado la camisa.
La brisa en esta parte sube como si arrastrara todo el calor de las almas de la ciudad hasta aquí pero por alguna razón terminaba enfriándose.

──Feliz cumpleaños──me dijo. Pensé que lo había olvidado. No se por qué pero siempre pensaba que lo olvidaba y yo siempre reaccionaba sorprendido.
El banco estaba en el primer piso, nosotros en el segundo, encima. Muchos pensaron que habíamos alquilado el segundo con la finalidad de ejecutar el plan. Sin embargo, nos mudamos con la idea de buscar trabajo. Teníamos la disposición de hacer lo que fuera para ganarnos la vida. Pero la vida de un recién llegado a la capital nunca fue fácil.
Pero cuando la cosa se nos complicó, vimos la posibilidad. Solo nos separaba una pared de hormigón armado para entrar.
Durante el dia entramos como dos clientes interesados en abrir una cuenta de ahorros. Nos fijamos en los lugares claves. La bóveda, las cámaras de seguridad, el vigilante que por mucho decir a una hora de la madrugada se echaba a dormir.
La música alta nos ayudó con los golpes. Luego montanos la prensa. Una pieza hecha con varas de acero y una manivela que colocada sobre la pared ejercía fuerza sobre ella y la rompía.
Elegimos el treinta uno de diciembre. Había suficiente ruido para romper la pared. Vaciar las cajas que ya habían sido llenas con el dinero que los cajeros usarían en la mañana del dia siguiente. Un poco de espray en los lentes de la cámara y una mujer que entretuviera al vigilante nos hicieron al tarea fácil.
Leí atraparon a Frank en una cueva. Intento responder a los disparos de la policía y fue sometido. Yo me entregue con la garantía de una reducción de mi pena. El dinero de Frank nunca apareció.
Hoy es mi primer dia de libertad. Ellos me siguen. Piensan que yo sé dónde está la otra parte del dinero. No les culpo. Tengo la sospecha que Frank lo llevo a aquella cueva de nuestro pueblo adonde íbamos de muchachos. Solo espero despistarlos y entrar. Estoy seguro el me mirara de algún lugar en el cielo y se sentirá orgullo de mí.

El chaval

04/04/2020 a las 16:46

CANGREJOS

En el atardecer de un día cualquiera del mes de julio, dos personas mayores sentadas en una esquina del puente romano, observan el rio donde abundan los cangrejos—de exquisito sabor—y las culebras, de nulo peligro.
El rio, pequeño pero caudaloso en ese punto como una acequia grande de regadío, ven al Fulgencio, el dueño del bar restaurante del pueblo, dotado de su experiencia y pertrechado con una bolsa de red, que se introduce en las aguas.
Va recorriendo los márgenes, tanteando con las manos las huras o cuevas entre medio de las raíces y los hierbajos de la orilla. Esta tarde-noche, tiene el encargo de cocinar cangrejos para el cumpleaños de Luna, la mujer de un asiduo cliente del bar y tendrá que afanarse.
Mientras, los dos amigos ya se les ve como abstraídos en sus pensamientos, quizás igual que hicieron sus milenarios antepasados en la historia del puente. El brillo de la luz en las ondas del agua se reflejan en sus semblantes.

elvocito

04/04/2020 a las 18:21

Una mañana de mujer.

Un chico de aspecto aniñado y cara de pocos amigos caminaba a la luz de la luna en medio de una noche cerrada. Se sienta junto al puente viendo a lo lejos las luces de un la pequeña ciudad, debajo pasa un riachuelo verdoso. A la mañana siguiente será su cumpleaños, se fue soñando…

En su espíritu se sentía espoleado por algo misterioso, decidió ir al mismo puente de madera apartado de la villa. Era una zona peatonal y para bicicletas.

De frente veía a una mujer sentada en un puente y el lo hizo a su lado, entablaron una animada conversación de gusto. Tras un rato, la señorita señaló con el dedo índice y acusador, la cueva situada un poco en lo alto del camino hacia ella.

Los dos sintieron curiosidad y se fueron arriba con mimos de placer.

Guiomar de Zahara

08/04/2020 a las 10:09

Roninna, llevaba tanto tiempo encerrada en una cueva que ya no podía contar ni las horas ni, tal vez los años que llevaba allí. Solo recordaba que el día de su cumpleaños, se lavó en el riachuelo, se perfumó con esencia de flores y se vistió con sus mejores galas. Esperó expectante hasta que la luna redonda y llena de luz apareció por el horizonte: en ese momento echó a correr hacia el bosque y, danzó para ella con la alegría de los dieciocho años que acababa de cumplir.
Agotada por el baile se adormiló entre amapolas y caléndulas.
Despertó cuando unos gritos, la señalaban llamándola bruja, y sin más, después de atarla, la llevaron directamente hacia el palacio del Inquisidor…

Andrea

15/04/2020 a las 09:13

«La cueva»

El brillo plateado de la luna llena era la única fuente de luz. Sentados en el borde del puente, con las piernas colgando en el vacío, había dos hermanos, Juan y Tomás.
Juan, a la derecha, le dio un trago a la botella de vodka y se revolvió sus indomables rizos.

Tomás apoyó la barbilla en su brazo izquierdo, extendido sobre la barandilla, y alzó el otro hacia Juan para pedirle el alcohol.

—Trae.

Su hermano arqueó una ceja y sonrió con burla.

—¿Cómo se piden las cosas?

Tomas puso los ojos en blanco e hizo un gesto de apremio con la mano.

—Trae anda.

—Bueno… Pero sólo porque es tu cumpleaños.

Tomás hizo una mueca de fastidio y le quitó la botella.

—Menudo cumpleaños… Ahora soy famoso pero he perdido al amor de mi vida, mi trabajo y estoy en la ruina. —Tras acabar con un cuarto del vodka suspiró—. Ojalá nunca hubiera descubierto esa maldita cueva.

Su hermano se encogió de hombros.

—La vida.

Tomás soltó una carcajada y su mirada se perdió en las turbulentas aguas del río.

—Sí…

Gladys Moreno

17/04/2020 a las 07:56

¿Pensaste que no vendría?, fue la pregunta que interrumpió el largo silencio de los dos jovenes, que sentados en el puente miraban las nubes pasar en el reflejo del agua cristalina que corria bajo éste. Ella levanto la vista hacia él, quien en ese instante la miraba con ternura. -si, pense que no recordarías la fecha de mi cumpleaños, y no llegarías a nuestra cita.
Él dice: cierra los ojos, luego que ella obedece, -y ahora extiende tus manos. Ella conciente y él dice recibe este obsequio,hecho por mí. Ella abre los ojos, ve una carpeta llena de hojas escritas a máquina, comienza a indagar de que se trata y él dice -es el libro que te dije, lo terminé. Ahí cuento todo lo que vivi, lo que senti, lo que pensé y lo que sufrí, en los 30 días de encerrados en esa cueva, desde que fue el derrumbe hasta la noche que nos sacaron. Quiero que seas la primera persona en leerlo. Y que me ayudes a colocarle el título.
Ella sonríe y lo abraza, le dice: me haz sorprendido, nunca pense que recibiria este regalo tan bonito, agradezco tal honor, para mi es un privilegio que con toda seriedad acepto, asi es que manos a la obra. Toman la carpeta en medio y comienzan a leer. Tan entretenidos estaban que no se dan cuenta que el sol se ha retirado y la luz de la luna aparece antes por entre las montañas.

Inés

27/04/2020 a las 20:35

Al empezar su jornada, como cada día desde hace milenios, el sol y la luna se cruzaron. El sol salió de la cueva, la saludó con un rayo y se fue a trabajar. La luna guiñó su cráter derecho y entró en la cueva, para dormir.
Al terminar su jornada, como cada noche desde hace milenios, la luna y el sol se cruzaron. El sol entró en la cueva, dijo adiós con un rayo y se fue a dormir. La luna se pintó los cráteres y se fue a trabajar.
Y en un momento concreto que no puedo determinar porque se produce en un tiempo que la ciencia humana aún no ha descubierto…el sol y la luna se sentaron juntos en ese puente que cruza de lado a lado la galaxia.
– Te noto algo apagado hoy, Lorenzo, ¿qué pasa?
– Nada, que me he dado cuenta de que es tu cumpleaños y, después de tantos años, ya no sé qué regalarte.
– No seas tonto. Mira a tu alrededor, anda. ¿Quién necesita algo teniendo todo esto?

Inés

27/04/2020 a las 20:36

– Entonces, de toda esa ciudad que antes estaba aquí, ¿ya solo queda este puente?
– Sí, hija, tras la guerra final no quedó nada más. Levanta, anda. Vamos a casa, volvamos a la cueva. Llevamos ya fuera casi una hora. En tu próximo cumpleaños, te prometo que te llevaré a ver otro sitio.
– ¿Y la luna, mamá? ¿No podemos salir alguna noche y verla? El abuelo decía que era impresionante…
– Algún día, hija. Algún día…

Ana Vega

04/05/2020 a las 05:04

El día jueves 30 de Abril del presente año (2020).

Por fin llego el día que espere con tanta emoción siendo las 12:00 a.m. me acosté en la cama mientras miraba pasar las horas me quedé dormida, al despertar quería y esperaba ser sorprendida con una sorpresa porque mi cumpleaños número 19 había llegado, dejé pasar el momento y continué con mis clases en línea espere a que terminarán, baje a la sala y observe que todo estaba tranquilo porque los integrantes de mi familia estaban dormidos, al ya despertarse ellos parecían algo extraños y yo tan emocionada dejé el tiempo pasar, porque creí que tramaban y realizaban una sorpresa para mí.
Conforme pasaba el tiempo ellos seguían su día normal con la rutina de siempre, pero al llegarse las 8:00 p.m. salí de casa y caminé unas cuantas cuadras hasta llegar a un puente el cual estaba solo, obscuro y tan solo con la poca iluminación de la luna llena, al mirar a mi lado derecho apareció un hombre con el cual hubo una historia llena de tristezas, felicidad, enojos, temores etc., era el chico de mis sueños aquel con quien jamás esperé pasar un cumpleaños, pero minutos después solo éramos dos chicos sentados en un puente observando hasta el final de los caminos que este puente separaba y en donde terminaban una cueva solitaria, obscura y sin una salida, unia aquellos dos caminos.

LUILOPEZ

13/05/2020 a las 15:36

En lugar bastante averiado del Brooklyn me encontraba solo y sin nada que hacer, cuando viene a mi mente un bello recuerdo; aquí conocí a mi dulce amada, una tarde gélida me puse a observar y contar autos de la cuidad las personas me ven como a cualquier bicho raro la verdad no me importo pues estaba desocupando sin laburo sin nada que hacer, y sin mucho tránsito observaba mis redes sociales y creo que ella también, pues el choque fue inminente. ¡Puum! –Qué te pasa idiota- dice ella y no que damos viéndonos nuestro rostro su mirada fría se topó con la mía -creo que hicimos clic- como dice la película para niños.
-Oye no te das cuenta que me acabas de golpear casi me arrojas por el puente- Luna – lo lamento en verdad andaba distraído leyendo un artículo acerca de la soltería- cueva
-De la soltería…. ay por favor en verdad pues oye estaba peleando con mi novio pues me puso el cuerno el muy desgraciado-Luna
-Si oye que tal si nos tomamos un café que sepa no estamos en verano; y así nos disculpamos camino a cinco calles-cueva
-No degenerado galán de pueblo a cinco calles hay un motel buen intento.- Luna- no degenerada tú, no tengo la culpa que a cinco calles haya un lugar de esos para infieles- cueva
-Está bien tu ganas- Luna
– pero mejor porque nos nos quedamos divisando esta bella luna, -aquí en el puente no gracias además hace mucho frio – Luna
-Tú lo has dicho vamos no que no hace frio-cueva

Verso suelto

21/06/2020 a las 12:33

El cumpleaños

Lucía está contenta esta mañana, cumple cinco años, es primavera y su madre le ha puesto un vestido nuevo, con dibujos de soles y lunas. Tras el desayuno sale corriendo hacia el puente. Le gusta el puente porque es chiquito como ella y está hecho de piedras. A Lucía le gustan las piedras y, de vez en cuando se para a la vera del camino a recoger las más pequeñas; las elige redondeadas y blancas, para verlas bien mientras se hunden en la profundidad del agua que discurre clara y fría. En el puente está Manolín; lleva un balón bajo el brazo y con el otro brazo esconde algo en su espalda. Al verla, agacha la cabeza. Lucía se sienta a su lado y empieza a tirar piedras al agua. Las tira despacito. Le gusta verlas caer, romper la superficie, luego descender lentas hasta reposar en el fondo junto a otras piedras de diversos tamaños y colores y, si hay suerte, ver un pez que se acerca medroso a curiosear y luego desaparece con un coletazo nervioso, perdiéndose en las profundidades de una cueva. Entre piedra y piedra mira a Manolín y sonríe. A veces se distrae y cuando vuelve a mirar no encuentra la piedra que acaba de tirar, entonces otea el fondo, aupada sobre sus pequeños pies y encorvándose sobre el pretil.
Algo la hace cosquillas en la oreja. Se vuelve y es Manolín que tiene una flor en la mano. “¡Felicidades Luci!”, dice con la cara colorada como un tomate, y sale corriendo como una exhalación.

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