RetoLiterautas Nº 6 (24 de marzo, 2020)

El reto de hoy martes para que escribas tu relato. ¿Te apuntas?

Ejercicio de escritura Reto Literautas 6

Con el reto de hoy volvemos a los relatos a partir de tres palabras: planeta, camaleón y lágrima. A ver si os inspiran.

Al contrario que con el taller de escritura, aquí no ponemos límite de palabras ni otro tipo de restricciones. Tampoco hay hora de entrega máxima, podéis publicarlo cuando queráis. ¡Escritura libre y creativa!

Puedes dejar tu texto como comentario a las entradas de este post. ¡Feliz escritura!

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Comentarios (26):

María Jesús

24/03/2020 a las 12:33

Había una vez un camaleón que era incapaz de cambiar de color para camuflarse. Era único en todo el planeta y como todos sus compañeros se burlaban de él, se pasaba el día derramando lágrimas.

Esther

24/03/2020 a las 13:35

Se dice que los lagartos cornudos dejan caer lágrimas de sangre en la tierra árida, porque al poco tiempo comienzan a brotar los matorrales donde normalmente habitan. Cuando el planeta está más infectado que de costumbre, estos falsos camaleones lloran lágrimas saladas con sentimiento, para así unirse a la especie humana, de alguna manera.

Mari Carmen

24/03/2020 a las 13:37

Si hubiese quedado alguien para contemplar el planeta. Para mirarlo desde lo más alto… Ese afortunado habría disfrutado del azul más azul de su vida. Pero allí ya no había nadie. Ni arriba, ni abajo.

No quedaba nadie que, al menos, pudiese derramar una lágrima por sí mismo. Por la soledad.

En ese preciso instante, tan solo un camaleón importunaba a esa implacable soledad. Y se dedicada, confiado, a exhibir todos los colores. Como un inesperado arcoiris.

Chara Rafael

24/03/2020 a las 14:49

Si que Isabel sabe relacionarse entre los compañeros de su empresa,su alto cargo le permite estar en contacto con muchos de ellos,por eso algunos se preguntaban como hacia para mantenerlos contentos con todas las decisiones que impartía.
Aunque un día se alborotaron en las oficinas porque simplemente no le surtieron café y la ansiedad se apodero en el ambiente al ,ver vacío entre sus escritores, la ausencia de la taza y el olor a café. Fue cuando hizo su entrada Isabel luciendo su llamativa faldas cortas y diciendo Debemos ir a la competencia en todo el planeta y hacerles ver que podemos cambiar las lagrimas por sonrisa y si tenemos que ser un camaleón para cambiar nuestra estrategia para complacer al cliente,lo haremos.
Así sin mediar nada mas dio la vuelta e ingreso a su oficina, a sabiendas que ella se transformaba en una dulce dama,que oculta sus lagrimas por perder a su amado,que la acobijaba cuando los días oscurecian.

mar

24/03/2020 a las 14:52

El camaleón veía pasar las lagrimas, no sabia de donde provenían, solo eran gotas para el.Pero allí estaba yo , delante ,viendo como una luz inmensa provenía de algún lugar que no veía, sólo era luz y energía.
El planeta seguía su órbita, sólo desprendía luz y energía, algún día esa energía organizada sería un camaleón.

Dayana T.F

24/03/2020 a las 16:34

El planeta ya no se puede camuflar como lo hace un camaleón. La peste ha tomado sus esperanzas y las ha intercambiado por frias lágrimas.

Teresa Fernández

24/03/2020 a las 18:47

El camaleón se enjugó una lágrima y se volvió transparente. El planeta, que lo observaba desde una esquina, también se quedó sin color. Todo se tornó aire, esperanza, incertidumbre, porosidad. Entonces el camaleón rió, y sus dientecillos tornaron el mundo blanco. Sacó la lengua, y apareció el rojo. Y así, sucesivamente, retornamos al eterno arcoiris de nuestra vida.

CassiaLaReco

24/03/2020 a las 18:48

Y MIENTRAS EL PLANETA CAMBIABA
CUAL CAMALEÓN
UNA LÁGRIMA
POR MI MEJILLA SE DERRAMÓ

Campanilla86

24/03/2020 a las 18:54

Dado que el mundo parecía haberse transformado, decidió hacer todo aquello con aquella capa que se encontró. Entonces descubrió que con ella, podía camuflarse cómo un camaleón, y se le ocurrió que podría combatir el crimen con su capa.

Por las noches al escuchar el sonido de una lágrima gracias a los poderes de la capa camuflados, aparecía en las casas de las vecinas y les ayudaba con sus problemas.

Algunos eran fáciles , otros complicados, pero la prueba de fuego fue cuando tuvo que entrar en un suburbio y halló miles de ratad campando a sus anchas. Entonces se dijo: «Yo así no puedo combatir el crimen» saltaba y brincaba en la casa de la vecina haciéndolo logró la risa de una niña pequeña. Si hubiera dado una oportunidad a ese hecho antes de guardar la capa, quizá hubiera encontrado otro motivo por el que guardar a sus vecinos.

Fin.

Anawim

24/03/2020 a las 19:05

No podía creerlo, pero en aquella minúscula parte del planeta no había quedado ni una sola planta a la que encaramarse para transformar su color ceniciento en alegre verde.

Derramando una sola lágrima el camaleón continuó su búsqueda.

Aina Pons

24/03/2020 a las 19:08

Está escrito
Insignificante, transparente. Puede que sea yo quien se esconda, quien se camufle. Esa es mi naturaleza: atacar sin ser visto. Pero eso ya no me apetece. No quiero vivir solo para sobrevivir, matar para seguir existiendo. Quiero dejar de ser un camaleón, dejar de tener una vida cambiante, quiero mostrarme tal y como soy. Pero allí estaba. Mi siguiente destino, pegado a quien luchaba por seguir respirando. Soltó un grito en forma de lágrima y la atracción fue demasiado fuerte. ¿Debía seguir viviendo? ¿Colonizar ese nuevo cuerpo y continuar con las órdenes? Para eso estaba programado, para eso estoy aquí. Está escrito. Invadir cuantos más cuerpos mejor, desplegarme a lo largo de un planeta que agoniza triste para salvar sus pulmones. Los que ahora yo mismo destrozo en estos indefensos humanos. Debes parar el mundo, esas son las órdenes. Sin pensar, sin discutir, se trata de un bien mayor. Pero ¿no hay otra forma? Quiero parar, pero no soy capaz. Ya estoy en un nuevo cuerpo, en una nueva vida, para intentar arrebatarla y continuar viviendo. Ese es mi destino.

MARÍA LUCRECIA

24/03/2020 a las 19:10

¡Cómo quisiera ser un cameleón! un día me vestiría del azul del cielo, otro del verde de las praderas, del naranja de los celajes, y así, tomaría cada color de mi planeta hasta acabar con el cristalino de una lágrima.

Servio Flores

24/03/2020 a las 19:14

Cuando el camaleón despertó el planeta – lágrima aún seguía allí.

Vamos a ver qué nos resulta.
Gracias por volver.

Pablo Jesús Sesma

24/03/2020 a las 20:34

¿Qué representan los políticos? No digas chorradas, ellos a la mierda son de otro planeta, tal vez de los simios. A mí me suena como el camaleón que cambia de color cada vez que sueltan mentiras piadosas. Me da cosa para abofetearles con estruendos de sartén. A molerlos a palos. Yo que sé, prometen basura. Nada cambia, solo cuentacuentos chinos. Tras tanta cháchara se quedó de piedra el que lo escuchaba, una lágrima empezó a asomarse…

Denis Enamorado

24/03/2020 a las 20:56

En aquella lágrima cayendo. Se transparentaba el planeta. Cambiando, cuál camaleón. Para escapar de la ultima plaga que le azotaba.

Amilcar Barça

24/03/2020 a las 21:08

Voy a emitir un panfleto que aunque no sea este el lugar apropiado, es lo que me pide el cuerpo basándome en esas tres palabras.

Estoy convencido de que hay más planetas en el universo y de que están habitados. Pero seguro que no hay ninguno de ellos con gente tan miserable como en este país. Ningún camaleón que tras destruir, acuse a los demás de ineficaces.

Después de haber robado millones sin cuento, son incapaces de soltar una lágrima por quienes han muerto y condenaron a tener una sanidad disminuida y sin recursos para favorecer a empresas sin honor ni moral en detrimento de la sanidad pública. No contentos con eso, debemos seguir soportando su verborrea inicua y delincuente acusando a quienes están haciendo lo posible por sacar adelante lo que ha caído con los medios disponibles.

Puede que no estés de acuerdo con mi opinión, pero la verdad no tiene más que un camino, la diga Agamenón o su porquero.

Glauri Taveras

24/03/2020 a las 21:53

Un poeta sin corazón
Mi planeta se va a la deriva
todo se me viene encima
y lo único que tengo es un bolígrafo
para plasmar mis lágrimas en un pedazo de papel
que a lo lejos puedo ver perdido entre la neblina.

Borroso, todo esta empañado como mi vida
se va desmoronando, lazo por lazo diente por diente, me seco
como agua caliente me evaporo.

Es un decierto, mi planeta, mi mundo
lentamente se quiebra, veo la vida, mi vida color gris
y el cielo ya no es azul, el agua ahora es roja y quema
me quema. El corazón ya no sé si lo tengo
o si alguna vez lo tuve, mis lágrimas lo ahogaron
ya no sé que hay en mi pecho
mi mundo se hace pequeño.

Maurice

25/03/2020 a las 00:44

Por eso no derramé una puta lágrima cuando te fuiste. Porque el tiempo y la distancia me habían enseñado el absurdo del llanto. Aún cuando el conjunto de las fuerzas oscuras del planeta conspiraran en mi contra, incluso sumadas a tu desdén, lograrían vencer mi amor y esperanza.
Igual que el camaleón, que cambia su color cuando el peligro lo acecha, yo transformé mi corazón de carne en uno de piedra. Sin embargo, hasta ahora no logré explicarle la tragedia de tu ausencia.

Calèndul

25/03/2020 a las 03:04

¡Nuestro Planeta se muere!
¡Las Especies como el camaleón y otras y todas, absolutamente todas, se extinguen!
Pero el eco de nuestras lágrimas redoblará en cada recodo de nuestro recóndito Universo por siempre. Amén.

MT Andrade

25/03/2020 a las 04:53

DERECHOS
Acostumbrados a gritar por nuestros derechos olvidamos que son la consecuencia de nuestras obligaciones.
Así, al principio, a pesar de las advertencias las personas continuaron viajando y exigieron que se las repatriara cuando se cancelaron los vuelos.
Las autoridades lo consideraron lógico. También continuaron yendo a fiestas de mil personas y disfrutaron de los días de playa que quedaban al verano.
Ignoraban que llevaban y ofrecían un invitado indeseable. Pero claro tenían derecho a ello, y el invitado también. Como el camaleón, viajó por las hojas de la jungla humana, por todo el planeta, sin avisar.
Las propias lágrimas albergan al huésped y solo al secarse, con los ojos abiertos al esfuerzo, vendrán aires de verdadera libertad.

Syöna

26/03/2020 a las 10:50

Encerrados. Ahora somos nosotros los que permanecemos cautivos y muchos son los que sufren por ello. Encerrados en casas llenas de comodidades, la gran mayoría, con miles de herramientas que nos permiten comunicarnos y entretenernos, con frigoríficos, congeladores y alacenas a rebosar de alimentos y algunos caprichos como bolsas de chucherías, patatas fritas y refrescos. Un confinamiento necesario, nos dicen, una reclusión con fecha de finalización que puede ampliarse pero no cancelarse. Encierro con la promesa de la próxima liberación. Un encierro con etiqueta de “consumir preferentemente antes de“. Se nos hace cuesta arriba no poder pasear por los parques a los que acostumbramos a ir por las tardes, a tomar esa cañita con los amigos antes de la hora de la cena, ese sábado por la tarde en el cine viendo una película con la familia, inflándonos a palomitas. Esas pequeñas cosas que ahora valoramos tanto o más que un artículo de lujo y antes podíamos posponer porque nos daba pereza y teníamos todo el tiempo del mundo para disfrutar de ellas. Siempre se nos ha dicho que solo valoramos lo que tenemos cuando nos lo arrebatan. Pero, ¿sabremos valorar lo que perdimos cuando nos sea devuelto? Leo a muchas personas decir a sus amigos: “cuando esto pase, iremos a tomar algo al bar de siempre” y similares. Pero esas intenciones de disfrutar de los pequeños placeres de la vida irán cayendo en el olvido según la euforia de los primeros días de libertad disminuya.

Porque no sabemos agradecer todo lo que este planeta nos ofrece, todo lo que nos entrega de manera desinteresada día tras día. No le damos el valor que merece y, al igual que dejamos de apreciar lo importante que son los pequeños detalles cotidianos, estos algún día pueden perderse para siempre, como aquella famosa lágrima caída en la arena y arrastrada hacia el mar por las olas. Hemos permitido que sea la Tierra la que se adapte a nuestras necesidades, sin pararnos a pensar en las suyas propias y en cómo nuestro egoísmo la hace sangrar hasta el límite de sus fuerzas. Quizá ha llegado la hora devolverle el favor, de ser nosotros como el camaleón que, sin alterar lo que le rodea, se adapta a su entorno. Dejemos de ver nuestro planeta como algo que nos pertenece y veámoslo como lo que es: un lugar que nos permite vivir en él. Puede que aún no sea tarde. Puede que podamos equilibrar la balanza y pagar nuestra deuda en cómodos plazos. O puede, que sí que seamos tan ciegos y egoístas, incapaz de aprender de nuestros errores y que sí nos merezcamos estar en jaulas, encerrados.

Un ser, mezcla de animal salvaje y persona de nuestra civilización releía por centésima vez aquella carta cuyo papel estaba ya amarilleado por el paso de los años y se maldecía por no haber hecho caso de aquellas palabras cuando las leyó por primera vez. Ahora, observaba las ruinas de lo que tiempo atrás fue una ciudad, su hogar. Miraba a su alrededor y comprendía que ya era tarde. No había marcha atrás. Que ahora, más que nunca, estaba encerrado en una maldición que sus antepasados habían lanzado a sus siguientes generaciones.

Alonso García-Risso

26/03/2020 a las 18:35

Segismunda Rosales airada salió de la cafetería, atrás quedó su prometido tan alterado como ella. Se dirigió hacia la plazuela del barrio que se encontraba cerca. Cuando llegó localizó un escaño apartado, en el que apaciguar su estado de ánimo.
Luego de un rato aún molesta, se dijo: “De todos los hombres de este planeta, vine a enganchar con este baboso” y agregó: “No derramaré una sola lágrima por él”. Respiró hondo, pues el monólogo la calmó un tanto.
Un ligero ruido a su espalda llamó su atención. Venía de un árbol ubicado allí, de una de sus ramas. Se volvió pero no distinguió nada que justificara el ruido. Sin embargo, una de esas ramas presentaba una característica singular, era más gruesa que las otras y le pareció ver en su extremo una apertura: “¿Será una boca?” dijo dudando. Se decidía a continuar con el incidente ocasionado por los celos infundados de Braulio, cuando vio salir de la apertura una suerte de látigo con una bola esponjosa en la punta, en la que quedó atrapado un insecto, debatiéndose infructuosamente.
Asombrada por la escena siguió al pendiente. Un ojo cónico y ágil se posó en ella. Se miraron con el bicho, conservó su posición y el animalejo se deslizó hacia las alturas, desapareciendo.
Segismunda con voz leve, susurró: “…un camaleón”.

Perla preciosa

26/03/2020 a las 22:48

Cuántos tipos de belleza existen

Recuerdo aquella noche en la que mi hermana me contó que, si tuviera que vivir en un planeta distinto a la Tierra, elegiría Marte. Como aún era pequeña, aprovechaba para enseñarle algo y discutir sobre el tema cuando sus argumentos eran aprovechables, y en esta ocasión le pregunté si no le parecía mejor Venus, que era la diosa del amor, en lugar de Marte, que era el dios de la guerra. Me contestó que no le importaba; que le encantaba luchar con todos y con todo, aunque para ello tuviera que revolverse como un camaleón y llevarse por delante todo lo que encontrara. Le pregunté cuál había sido la última vez que se había peleado y de qué magnitud había sido la discusión, y me contestó que hacía poco había discutido con Marisa, su mejor amiga, acerca de cuál de las dos era más guapa, en presencia de Laura, la amiga que les hacía de testigo, dado que la jueza sería la profesora, cuando llegaran a clase. Marisa defendió su belleza mediante la longitud, color y tersura de sus cabellos: le llegaban a los hombros y eran rubios y lacios, y añadiendo que su madre le había dicho que, además de ser guapa por lo ya dicho, era guapa por su bondad natural, y sobre todo, por su generosidad, siempre dispuesta a ofrecer sus juguetes a las demás, y a ayudarlas a hacer los deberes, y argumentaba, en contra de mi hermana, que era muy guapa de cara y de pelo, pero tenía sin embargo muy mal genio, no ayudaba a casi ninguna a hacer los deberes, no compartía sus golosinas y sus juguetes con la mayoría de las compañeras, y sí recogía en cambio, con mucho fervor, todo tipo de regalos.
Su madre argumentaba estas ideas diciéndole que su manera de actuar se valoraba en la sociedad por los mayores: que a las personas generosas todo el mundo las quería, pues eran buenas por naturaleza, y eso era un síntoma de belleza interior, más valorada a su juicio, que la de tipo externo.
Mi hermana se enfadó con estos razonamientos, y empezó a ponerle ejemplos que la dejaran en evidencia: un día no le dio caramelos a Laura; en otra ocasión no ayudó a Lidia a corregir las faltas del dictado, y alguno más que no recuerdo, pues una lágrima tras otra resbalaban por sus mejillas: Laura corroboró sus afirmaciones y la profesora falló a favor de Marisa, no sé si por su belleza externa, por su belleza interna, o por ambas al mismo tiempo.

Mercedes

27/03/2020 a las 13:53

No encontraba sentido a aquel planeta sin color. La vida sin cromas no tiene sentido para un camaleón. Con una lágrima en los ojos echó la vista atrás y se despidió de su tierra para siempre en busca de nuevas tonalidades.

Andrea

08/04/2020 a las 14:08

«Un camaleón intergaláctico»

Una lágrima bajó por la mejilla del camaleón. Tumbado en el asteroide, a través del casco que le permitía respirar, vio cómo su planeta se alejaba poco a poco. A la deriva, en la nada del espacio, supo que no podría regresar.

Jaime Salcedo Muñoz

15/04/2020 a las 02:24

Mala idea reencarnar en un camaleón. Uno de los animales más inofensivos del planeta. Ahora mismo soy un pobre ser indefenso con la enorme habilidad de adaptarme al entorno para evitar ser una presa más fácil de lo que ya soy. Me encantaría derramar una lágrima en estos momentos, ¿me haría eso más frágil ante los depredadores?

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