¡Hola de nuevo! Esta quincena he tardado un poquito más en preparar el boletín. Te pido disculpas; el verano es siempre una época complicada para mí por eso del conciliar. Pero aquí estoy de nuevo y hoy quiero hablarte de un tema bastante personal: el del bloqueo creativo.
Yo, como tantísimas otras personas, escribo desde que recuerdo y lo hago porque es la forma en la que más disfruto expresándome. Escribo porque lo necesito, porque me lo paso bien y porque inventar historias y darles forma en el papel es mi manera de entender el mundo y de conocerme mejor.
Pero a mis veinticuatro años publiqué la que fue mi primera novela… y ahí se torcieron las cosas. De pronto, escribir dejó de ser divertido. Comenzaron las presiones, las dudas y los miedos. Conseguí escribir y publicar más textos, pero a costa de un desgaste que acabó pasando factura. Escribir se convirtió en un suplicio hasta el punto de no tener claro por qué seguía haciéndolo si me causaba tanto dolor.
Hoy, por suerte, he vuelto a disfrutar y, aunque los miedos y las dudas no han desaparecido, he aprendido a manejarlas y a no dejar que me dominen. Cuando me siento ante la página en blanco, vuelvo a ser aquella niña que se sentaba a inventar historias y se convertía en los personajes que imaginaba. Sigo siendo mi crítica más feroz, pero he aprendido a tratarme con más cariño y respeto. Y, sobre todo, he aprendido a escribir de otra manera.
Aunque la mayor parte del mérito no es mío, sino de la ayuda externa que he recibido, he conseguido llegar a un lugar en el que soy mucho más feliz. Por eso, en el post de esta semana en el blog, he querido hablar sobre los miedos y las inseguridades de los escritores.
Mi objetivo, tanto en Literautas como en este boletín, es servir de ayuda para cualquier persona que tenga alguna dificultad cuando se siente a escribir. Para que tú también puedas disfrutar mientras juegas con las palabras y creces cada día, como persona y como escritor/a.
¿Me acompañas?
“Me encanta escribir. Me encanta el giro y vaivén de las palabras cuando se entrelazan con las emociones humanas”. — James A. Michener