Carlos:
Hay veces donde ocultar un secreto es igual a felicidad, ya sea la propia o la de otros. Algunas otras donde una mentira salva vidas, evita lagrimas y previene ver llorar. Acá fallaste, ya no lo hiciste por mi, ni por lo que alguna vez fue un nosotros. Decidiste que era mejor tu comodidad que mi felicidad.
Tarde mucho tiempo en darme cuenta que tenias un antifaz , que mentir para vos era una necesidad. Que en esa primera cita donde te vi con una entrada de cine en mano y en tu cara una gran sonrisa, eras un producto que lograste venderme.En aquel primer departamento que denominamos “domun” gracias a tu diccionario de latín. Y no se si fue el destino o vos mismo pero hoy en día agradezco de no haber podido tener un hijo, que lo que parecía ser nuestra lucha, no nos haya dado frutos.
Y pensar que ahora entiendo porque solo pagabas en efectivo, porque los bienes estaban a mi nombre y fui una tonta, por no cuestionarlo antes, por estar embobada por el amor, por que yo si sentía amor.
Ese día, donde aquel policía toco la puerta de nuestra casa, con el motivo de buscarte y yo defendí al inocente que fingiste ser, pero no, me entere todo, que eras un gran criminal, y tan capaz de ocultármelo durante tanto tiempo. Me dejaste tan dolida, que ahora la única manera de nombrarte es con el seudónimo “ el mentiroso” , no tengo manera de expresar lo que siento en palabras; traicionada, estúpida, ignorante.
Solo quería este descargo, no puedo creer lo que me hiciste, lo que me hiciste sufrir, me rompiste, y todavía no consigo la forma de perdonarte, y aunque suene horrible, deseo que te pudras ahí a dentro.
Sinceramente espero que esta carta te pueda llegar, porque parece que enviar una carta a la cárcel es algo difícil.
Así que adiós Carlos, mi ultimo adiós hacia vos,
Martha.