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La Obra - por Edgardo Sandoval
Web: http://www.sandovaledgardo.blogspot.com
"…y otros están naciendo para volver
a empezar la comedia inútil."
– Ernesto Sábato
Martín actuó durante todo el primer acto, con aquellas palabras oídas a penas antes de entrar al escenario dando vueltas en su mente, entremezclándose con las ideas arraigas que le permitían recordar el dialogo y cada movimiento dentro de la Obra. ¿Por qué a Lino se le ocurriría contarme un secreto en este momento? Tiene que haber sido su tono al decirlo o quizás los ojos, sí tienen que haber sido esos ojos trémulos, oscuros, resignados pero a la vez excitados por la posibilidad de encontrarle un sentido a la Obra.
– El guion no se toca. Deberías saberlo- Respondió secamente Martín luego de enterarse de la proposición de su compañero mientras se preparaban para entrar al segundo acto.
– ¿Y por qué no? –Dijo Lino, y ahí estaban nuevamente esos ojos como la llama que a punto de morir retoma la fuerza y renace.
– Son las reglas.
– ¿Las reglas? ¿Las reglas de quién, si ni siquiera sabemos quién escribió el guion?
– No importa, no necesitamos conocerlas, somos actores y las reglas son las reglas.
– ¡Vamos! Llevamos años repitiendo una y otra vez los mismos párrafos, los mismos movimientos… Y sí, lo sé, somos actores, pero no marionetas.
– No me…
– Puedes actuar de acuerdo a lo que alguien escribió si lo deseas y continuar esta rutina absurda por cuanto quieras, pero no cuentes conmigo. –Interrumpió Lino- A partir de hoy, saldré a improvisar.
– Me sorprende que ese haya sido tu gran secreto… -Contestó Martín con una leve sonrisa.
– Es solo una parte, pero no importa que lo sepas entero, si ni siquiera intentas descubrirlo por tus propios medios.
– No te entiendo. –Martín se preparaba a alejarse de su compañero, hasta que sintió su mano fría presionando ligeramente su hombro, nuevamente esos ojos, extraña fuente de rebelión y deseo de saber, lo estaban mirando y tuvo miedo, miedo de ser absorbido por ellos y encontrarse de pie en el escenario, temiendo vacilar ante la proposición de Lino, pensando si quiera en desobedecer las reglas.
– Yo tampoco entiendo todo esto, sin embargo, estamos aquí y tenemos dos opciones.
– ¿Y cuáles serían? –A pesar de que Martín sabía a la perfección cuales eran y casi podía adelantarse a las palabras de Lino, quiso escucharlas de su propia boca.
– Seguir las reglas o descubrir si todo esto tiene o no sentido. Ese es el mayor secreto, el que ha estado por siempre entre nosotros, como también entre nuestros amigos, colegas, familiares e incluso entre todas aquellas personas que hoy no son más que desconocidos y se encuentran, sin saberlo, en nuestra misma posición. Somos afortunados de ser consientes.
Faltaban pocos minuto para subir nuevamente y ser parte del segundo acto y final. Tras escuchar con atención a Lino, Martín dudó por unos segundo, se mantuvo meditando la circunstancia y hasta temió olvidar parte del guion, son como si las palabras cobraran vida y yo las veo alejarse de mí, pero finalmente las retengo, porque sé seguir las reglas, la incertidumbre no me ganará, somos actores y antes que todo está la regla, seguir el guion al pie de la letra. Una vez arriba, abandonamos nuestra realidad y no nos podemos preocupar de aquellas tonterías, pues nuestra vida queda abajo del escenario, eso Lino no lo entiende… Arriba somos otros, comenzamos a vivir otra vez. Pensaba con la mirada fija en la nada, absorto en aquella contemplación espontánea que nunca antes había vivido. -No, no puedo hacerlo. –Dijo con seguridad y en el momento en que se dio cuenta de su propia determinación, pudo sentir como volvían a él las palabras y el guion se reconstituía en su mente.
Las luces de los focos fueron destellos que encandilaron sus ojos, con una reverencia protocolar y de agradecimiento desconocido, abandonaron el escenario y cayó el telón finalmente frente a las butacas vacías.
E.S.